Uno de los temas más relevantes en la salud alimentaria y que está cogiendo cada vez más fuerza es la cocción y el cocinado de los alimentos.
¿Qué sucede cuando cocinamos la comida?
La estructura bioquímica y la composición nutricional se alteran en respecto a su estado original. Los nutrientes se destruyen dependiendo de la temperatura a la que sean sometidos. Para aprovechar el máximo su partido la mejor opción sería el consumo en crudo pero esto implicaría someternos a otros riesgos de intoxicación con bacterias. Por otro lado, la carne muy cocida puede llegar a formar sustancias cancerígenas como son las nitrosaminas o los hidrocarburos aromáticos lo que a largo plazo sería muy perjudicial para nuestra salud.
Entonces, ¿Cómo debemos consumir la carne roja?
La cocción de la carne nos protege, pero a su vez la sobre cocción presenta otros inconvenientes por lo que lo más adecuado es la cocción al punto justo. Un buen cocinado nos facilitará la digestión, mejorará el sabor y eliminará la presencia de todos los parásitos presentes.
Pero, ¿Cómo controlar los puntos de cocción?
Para encontrar el punto hay que atender a la temperatura, el tiempo, y no olvidar el tamaño de la pieza, no es lo mismo un filete fino que un entrecot. De manera común la forma más idónea es tener a mano un termómetro para alimentos y tomar la temperatura de la carne. No debe sobrepasar nunca los 71º y rondará los 65º. Si aumentamos la temperatura y el tiempo de cocción la carne tenderá a estar más dura y seca perdiendo su jugosidad.
Algunos trucos para mejorar el cocinado
Para conseguir el resultado más óptimo antes de cocinarla deberá estar a temperatura ambiente. Es recomendable sacarla de la nevera un poco antes para que se aclimate correctamente. Una vez vayamos a comenzar con el proceso de cocinado se aconseja untar con un poco de aceite y añadir la sal en la mitad de la cocción.
Sean cual sean tus gustos, recuerda que la calidad es el requisito básico fundamental.